Expedientes X (II)

El año pasado, en una de las paredes de la planta de Bachillerato había una serie de cuadros con edificios modernistas colgados

Cada día, cuando el coordinador o algún profesor pasaba por aquella pared, se encontraban con un hueco entre los cuadros: faltaba uno... Que siempre encontraban sobre un sofá cercano y volvían a colgar.

Cuando más tarde volvían a pasar por allí, el cuadro estaba de nuevo sobre el sofá. Lo volvían a colgar. ¿Y qué pasaba? Pues sí. Cuando volvían por allí, el hueco que correspondía al cuadro en la pared estaba vacío de nuevo.

Cada día. El mismo cuadro.

Por supuesto, el coordinador se cansó a las dos semanas y pasó por las clases a decir que ya estaba bien, que tenía mucha gracia pero que el marco del cuadro se estaba empezando a romper con tanto trote.

¿Sirvió la charla? Para nada. Al darse la vuelta, el cuadro volvía a estar sobre el sofá.

...Lo peor, fue que a partir de aquello la cosa se convirtió en un cachondeo. Todos los alumnos, a todas horas, descolgaban cuadros. Un día nos encontramos con que no había ni uno colgado. Por no haber, no estaba ni el cuadro gigante de la Escuela de Atenas de Rafael que había en la pared opuesta (y eso que por lo menos necesitarían tres personas para moverlo).

Lo bonito de todo aquello fue que además de descolgarlos, les dio por esconderlos ym claro, a cada puerta de armario que se abría se encontraba un dichoso cuadro de edificios modernistas.

...De hecho, un día nos encontramos con que habían descolgado un espejo de los lavabos, lo habían dejado en el suelo y, en su lugar, ¿adivinan qué habían colgado? Efectivamente. Un cuadro (El Cuadro) de edificios modernistas.

Por cierto, algún alumno se lo llevaría a casa como recuerdo... porque desde final de curso que no aparece por ningún sitio.